lunes, 18 de enero de 2010

#11: The right time.

Esa tarde me la pasé pensando en cómo sería que yo tomara un volante, y manejara mi mayor miedo. Era terrorífico pensar en lo que Joseph me estaba metiendo sin temor alguno, pero a la mañana siguiente tomé valor y me desperté una hora más temprano que todas las demás, quienes se dirigirían a la iglesia más tarde, solo para poder ir a “aprender” como manera un auto, que ridículo sonaba eso en mi cabeza, todo lo que había pasado a causa de ese miedo a pesar de que sí podía subirme a autobuses, eso era todo. Nunca me verías arriba de un auto más pequeño a ese, nunca me verías en un avión, en helicóptero, ninguno. Llegué hasta la esquina donde habíamos quedado encontrarnos pensando que él no estaría todavía, pero ahí estaba con cara de dormido pero sonriente con un abrigo grande y aparentemente esponjoso por el frío matutino. Se encontraba jugando con un poco de nieve que tenía bajo los pies, me acerqué lentamente, sin apuro alguno.
-Hola-le saludé y me miró sonriente.
-buenos días-me dijo sin sacar su sonrisa-¿lista?-me dijo ofreciéndome su mano.
-no del todo, pero… puedo intentarlo-le dije un poco nerviosa.
-vamos, mi auto está un poco más allá-ignoré que su deseo de tener mi mano con la suya y caminé junto a él sin quitar mis manos de los bolsillos de mi vieja chaqueta negra. Caminamos unos segundos en silencio hasta llegar a su auto. Yo me petrifiqué, no sabía si salir corriendo o que. Tenía muchos recuerdos que recorrían una y otra vez mi mente, no quería enfrentar lo que se me venía. Nos quedamos parados uno alado del otro, mirando su brillante auto enfrente de nosotros junto con la mañana que se tardaba en salir. Pasaron como diez segundos y seguíamos en silencio, estaba tan concentrada en saber si subirme o no, que no me había percatado de que Joseph me estaba mirando muy entretenido. Lo ignoré y me concentré en lo mío.
-Oh, Annie, por favor, no todos los autos a los que te subas, van a estallar.
-Ya sé, pero…-suspiré.
-Mmmh, a ver, siempre tomas el auto bus, ¿no?-me preguntó.
-Ajá…
-Bueno, es lo mismo, solo que más pequeño, y yo lo voy a manejar-me sonrió de una forma que me había de repente empezado a gustar mucho-¿Y bueno?-preguntó abriéndome la puerta.
-No es tan fácil como parece.
-Lo es, Annie-Tenía razón yo solo estaba actuando cobardemente, tenía estructurado todo un plan perfecto para salirme con la mía sin subir al auto, pero su sonrisa y su mirada alentadora me pidió que no lo hiciera. No podía negarme a ese conjunto. Tomé su mano temblorosamente, y me ayudó a subir al auto con demasiada delicadeza, casi como si temiera que me fuera a romper. Pisé la escalerilla del auto y entre en pánico, pensé en soltar su mano y salir corriendo, para disculparme después, estaba a punto de hacerlo pero en menos tiempo de lo que pensé me encontraba sentada en el asiento, con el cinturón abrochado y sosteniéndome muy fuerte del asiento. Él volvió a sonreír y cerró la puerta, mientras él le daba la vuelta al auto yo intenté sacarme el cinturón y abrir la puerta, no conseguí ninguno de los dos para cuando él llegó al otro lado y subió al auto.
-¿Lista?-me dijo y yo solo le miré sin responder-¿A dónde quieres ir?-preguntó de nuevo y yo me quedé pensando unos segundos. Y negué con la cabeza.
-No puedo-dije con terror.
-Tranquilízate-me agarró la mano-Voy a prender el auto-me advirtió y yo me estremecí, el auto se encendió y sin querer grité, lo que alarmó a Joe y gritó conmigo. Nos encontrábamos los dos tontos adentro del auto gritando desesperadamente. Una vez que nos calmamos hubo silencio. No sabía si reírme mucho o pedirle que se detuviese. Pero él rompió el silencio mirando hacia adelante.
-Tengo un concierto en unos días… y me haces gritar-cuando terminó de hablar se volvió a mí para ver mi reacción. Yo le miré y me reí muchísimo, no podía parar de reír, reía como si me estuvieran haciendo muchísimas cosquillas, pero era inevitable y el reía conmigo pero no tan descontroladamente.
-Soy tan estúpida-me quejé mirando por la ventana.
-No, solo estas asustada. Eso es comprensible-su mirada era muy dulce, pero no podía tenerla por mucho tiempo sin sentirme mal.
-A la estatua-le dije calmándome y poniéndome más cómoda. -¿Eh?
-Quiero ir a la estatua de la libertad-le sonreí con las manos sobre mis piernas.
-Perfecto-Fuimos hasta la costa, a un lugar perfecto donde se veía la estatua desde muy cerca. No podíamos subir por que era muy temprano, pero él sol nos acompaño esa mañana. Vimos crecer el día desde un lado de la costa.
-Es increíble como esta luz-me enfocó entre sus dedos-esta luz… te hace ver… horrible-bromeó y yo abrí la boca.
-Tengo que decir lo mismo de vos-le sonreí-es fatal…-aun que pensaba lo contrario, era demasiado favorecerte esa pequeñas luces naranjas sobre su rostro-Pero bueno. No podemos hacer mucho al respecto…-reímos de nuevo-… ¿Cuándo es el concierto?-le pregunté sobre lo que dijo antes.
-Mmmh, la noche de navidad, será en el Central Park, muchas personas tocarán esa noche. Será increíble, y sería muchísimo más si vos fueras-me miró con ojos esperanzados.
-No creo, es muy poco probable…-reí-siempre hacemos una enorme cena para todas nosotras en la casa, con las monjas, y es muy lindo, divertido… cantamos, y contamos historias, bla, bla, bla-reí.
-¡oh, es verdad que cantas!-recordó-Eso es muy genial. Quisiera escucharte alguna vez.
-Habrá tiempo en otra ocasión-le dije-ahora llévame a casa, se está haciendo temprano-dije con ironía y rió.
Entramos al auto, pero esta vez no fue difícil, porque estaba distraída con lo que Joseph me contaba del gran banquete que iba a haber la noche de navidad en el Central Park. Llegamos a la esquina de mi casa.
-Gracias Joe-le dije y se quedó mirándome.
-No. Yo quiero un beso-me dijo exigente y le miré considerándolo seriamente, pero no me podía hacer eso a mí misma ni a él tampoco así que negué con la cabeza su petición y el miró al asfaltado casi congelado.
-Adiós, Joe-me despedí triste por su decepción y él no dijo nada en absoluto. Me quedé en el patio de la enorme casa, recostada sobre la nieve esperando que todas estuvieran listas para salir a la iglesia. Sonreía por haber terminado con lo que más me apenaba de todo esto de morir, el hecho de no subirme nunca a un auto. Analicé con cuidado cada espacio de la estructura del edificio de cuatro pisos en el que vivíamos. Tenía este estilo del siglo XVI, con un toque de simplicidad que lo hacía ver por demás de antiguo junto a los enormes edificios que habían construido alrededor nuestro. Pero además de tanta simplicidad, vi un enredado de rosas por el cual esta mañana había bajado, y no me había dado cuenta siquiera de por dónde me estaba escapando. Siempre me gustaba sentarme en la nieve y ver como aún esta se derretía sobre mi piel helada. Pasaban los minutos y una de las monjas me vio en el patio de mi ventana, me sonrió aliviada por una razón que no entendí, y eso me hizo recuerdo a que tenía que tomar mi medicina, saqué el pequeño frasquito que contenía unas gigantescas aspirinas que por un tiempo más harían el trabajo que mi hígado había dejado de hacer, o algo parecido. No tenía con que tomarla pero se me ocurrió tomar un poco de nieve, limpia y blanca, metérmela a la boca justo cuando necesitara tragar la aspirina. Esta se derritió en mi boca haciendo que mi cerebro se congelara un poco pero solo me causo risa.
-¿Estas lista querida?-Preguntó Madeleine una de las monjas.
-Un poco mojada tal vez pero lista-le sonreí y me paré para ir junto con las otras irritantes niñas a la iglesia.
-Hey Annie-habló una insoportable niña del orfanato pronunciando mi nombre como si no se lo acordara-Oí que creaste toda una fantasía-rió junto con otro par de niñas junto a ella.
-¿Huh?-le dije tratando de no sonar mal educada, pero era insoportable por el tono que usaba conmigo.
-Eso de que alguien te escucho cantado… o lo que sea que hagas, sobre... ¿amor?-todas explotaron en risas.
-Eso es ridículo-les dije negando con las mejillas coloradas, eso de mentir me venía de mal en peor.
-“…Because you are not where you belong…”-cantaba con voz angelical mi canción la castaña-¿Es así?-su tono burlesco me llenaba de rabia-Is love alive….lalala…-rieron todas y empezaron a molestarme.
-Que importa lo que cante, o lo que escriba. No tiene significado alguno-le dije mintiendo-y ni siquiera tiene sentido.
-Pero no me dejaste terminar-se quejó haciendo puchero-uno de… ¿Cómo se llaman?-dijo fingiendo olvidar el nombre-Jonas, ¿no?-me miró a los ojos y yo los puse en blanco los míos e intente seguir caminando pero ella me detuvo-eres patética pensando que uno de ellos te va a dar bola. Para empezar, tiene novia, ¿No la viste?-rió burlesca.
-Y es mucho más linda que vos, linda-me dijo una de las niñas atrás de ella.
-dejen me en paz, no saben nada-les dije haciendo que la castaña se apartase de mí para poder seguir caminando.
-Ridícula, Annie, estas siendo ridícula-en el fondo era compresible que ellas empezaran a actuar así, si en algún momento ellas creían esto era más que seguro que estuviesen celosas. Ninguna llegaría a tener la oportunidad de amar, o ni siquiera gustar alguien. Y era frustrante que la que se estaba muriendo, la que al final del día no pudiera aprovecharlo, fuera la que se llevara la suerte de ser amada y amar. Yo, amaba a Nicholas o algo así… era difícil de explicar y amar no eran las palabras exactas, su sonrisa era lo que más me alegraba en los días más oscuros. Pero ¿Dónde estaba? Desaparecido como si me estuviese evitando. Pero aunque lo quisiera decir, yo amo a Nicholas, no sabría muy bien de que estaría hablando. No era como en las miles de películas que había visto, o como en los libros… tal vez ahí se acercaba más a la realidad. Romeo moriría por Julieta, y lo hizo. Joan y Laurent se amaban en secreto y aún así el terminó casándose con su hermana. Edward amaba tanto a Bella que para mantenerla fuera de peligro… se alejó de ella. Y la descripción de cada uno de estos, siempre fue la misma. Inexplicable. Tal y como el amor es, supongo. La misa termino rápido y espere a que todos salieran antes de salir yo. Iba caminando cuando miré sobre mi hombro y me lo encontré de nuevo.
-Annie-susurró y yo caminé de vuelta a dentro de la iglesia. Nos escondimos en un rincón pequeño.
-Hola-le dije sacudiendo unos copos de nieve de mi cabello y le mire. Estaba con la mirada clavada en mí buscando las palabras perfectas para disculparse por no haber ido en tantas noches-Nick-dije tratando de alejarme un poquito, por que estar tan cerca de él y no poder hacer nada, era frustrante-¿Soy Lizzie?-le pregunté
-Sos Annie-me dijo como si lo que le dije hubiese sido una broma.
-Soy Annie-le dije decepcionada y enojada conmigo misma, por qué ese segundo vi todo claro, aun mas claro que antes. Pero entonces se acercó a mí con esa simplicidad propia de él, y sostuvo mi rostro como si fuera a besarlo. No sabía cómo hacerlo, así que entre en pánico, además no tenía sentido hacerlo, tapé mi boca con una mano y él al darse cuenta beso delicadamente mi nariz.
-Sos Annie y es mejor porque sos real-me susurró sobre el beso que dejo arriba de mi nariz, su mentolado aliento recorrió mi rostro haciendo que me arrepintiera muchísimo no haberle dejado tocar mis labios-Espérame esta noche-me dijo después de quedarse unos segundos más mirando mis ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario