jueves, 17 de diciembre de 2009

#2: First snow

Cada año para la primera nevada, tenía la costumbre de echarme sobre el pasto y ver caer los primeros copos, como probablemente este sería mi último invierno, no había nada que me detuviera. Me eche en el pasto, un poco antes de lo normal y sin querer me quedé dormida hasta que un par de copos acariciaron la punta de mi nariz y me desperté rodeada de nieve. Segundos después algo redondo me pasó por encima de la cabeza despeinando mi cabello, seguido por alguien que se disculpaba de lejos. Esa voz. Yo sabía que la conocía pero no fue hasta que estuvo lo suficientemente cerca que descubrí a Nicholas, el mismo Nicholas que me había robado el sueño y muchas horas pensando en exclusivamente él.
-¡Perdón!-seguía disculpándose y yo me paré el segundo que lo tuve lo suficientemente cerca.
-No me pegó-le dije con los ojos abiertos y sonrió.
-¿Annie? ¿No?-dijo con una sonrisa y la pelota no importaba más.
-¿Nicholas?-me hice a la que no me acordaba-¿Qué haces aquí?-le pregunté en susurros.
-Vivo a unas calles, me mude a hace unos días y estaba pasando con mis hermanos…-me susurro de vuelta-Están allá, ¿los ves?-Estiré mi cuello para verlos y asentí con la cabeza-… Annie…-le miré por la forma en la que dijo mi nombre-¿Por qué susurramos?-me preguntó y yo reí bajando la mirada.
-Es solo que, no pueden entrar chicos-le dije con las mejillas enrojecidas y el sonrió-Las monjas son un poco estrictas con eso.
-¿Podes salir vos entonces?-me pidió con una sonrisa.
-No, creo que no-le dije y el se decepcionó-Pero si me voy no creo que nadie se dé cuenta-le dije y sonrío de nuevo. Sostuvo mi mano y me llevo donde sus hermanos. Agarraba mi mano, en ese momento se sentía lo mejor de universo, el corría y yo volaba con mi gran sonrisa y su mano agarrando delicadamente la mía.
-Annie, ellos son mis hermanos, Joseph…-sonreí extendiendo mi mano libre.
-Decime solo Joe-dijo sonriendo adorable.
-Él es Kevin-También me extendió su mano.
-¿Annie? Vos sos la chica…-dijo Joe con una sonrisa estudiándome.
-¿Perdón?-le dije confundida.
-Joyceline nos hablo de vos, pero no sos como ella te describió-me afirmó Kevin.
-¿Joyceline?-pensé y recordé que era la novia de Nicholas y deje ir su mano-Es tu novia, ¿no?
-Es una muy buena amiga, pero no es mi novia-me explicó y sonreí con alivio, pero hubiera querido alcanzar a hacer algo más si no era que la voz antigua de la Madre Superiora me alcanzó.
-¡Annie!-me volví hacía ella mordiéndome el labio.
-¿Si?
-¿Iba a algún lado?-miró a los hermanitos detrás de mí.
-No-negué con la cabeza y vi acercarse a un par de chicas del orfanato.
-¿Qué hacían entonces?-No sabía que decirle-No se te es permitido, ver a nadie y menos molestar a este tipo de personas-era tonto llamarlos así por lo que eran. Unas súper estrellas, está bien, pero yo no entendía en que estaba mal estar con ellos o no.
-Yo…-intenté hablar.
-Annie, ¿No te vas a disculpar?-me sugirió, pero no había nada por que disculparse.
-Perdón por molestarlos-me disculpé obediente cruzando mis brazos sobre mi pecho mirando al piso.
-No, no hizo nada-dijo Joseph tratando de calmar la situación.
-Por ahora, pero y ¿que pasará después?-preguntó la Madre Superiora como si fuera algún tipo de peligro para ellos-Es tonto que personas como ustedes vean a personas como ella, así que por favor, ¿nos harían el favor?-les pidió que se fueran y Nick me dio una última sonrisa pero no entendía igual que yo, cuál era el problema.
-Apuesto que Annie pensó que uno de ellos la iba a invitar a salir-susurraban entre risas burlonas dos niñas del orfanato.
-¿Salir?-preguntó la MS(Madre Superiora)-sabes que eso es imposible. Alguien como tú, Annie, no puede salir con gente como ellos, lo siento, pero eso no es bueno. Ni para vos, ni para nadie-No tenía nada que decir, porque no podía contra decir sus palabras, aunque para mí, cada una de estas estén equivocadas. Además me habían agarrado unas ganas de golpear a esas dos tontas que seguían susurrando al otro lado de la MS. Caminaba mirando el piso y ojeando lo que habíamos dejado atrás. Después de este pequeño encuentro iba a ser aún más difícil olvidarlo, porque ahora su voz la tenía grabada en mi cabeza y no podía borrarla, era como un a dulce melodía que repetía mi nombre con delicadeza, una y otra vez.
-Y por si no lo adivinaste, estás castigada, Annie-me informó la MS y me agarraron ganas de gritar de enojo por tal injusticia.
Ahora pasaría mis últimos días sentada en la ventana de mi habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario