domingo, 27 de diciembre de 2009

#7: Tomorrow never knows

Al día siguiente tome un poco de fuerzas para salir de la cama, e ir con todas a la iglesia. Sentados mientras todos escuchaban atentos a la misa, yo buscaba entre la gente por que algo me decía que encontraría lo que estaba buscando si buscaba bien. Y lo hice. No puedo imaginar la cara de felicidad que habré puesto el momento que vi sus rulitos hermosos y su cara muy bien concentrada. Cuando el momento de la comunión llegó me acerqué al la fila, donde me lo encontré y sin palabras, después de que comulgué no volví a mi asiento con las del orfanato y el tampoco volvió con su familia. Nos sentamos al medio de la iglesia en una banca donde no podíamos ser vistos. Él me ofreció su mano, pero era mejor rechazarla por que ya sabía la verdad y estaba de más recordármelo. Después de la misa, nos escapamos unos minutos detrás de la iglesia.
-¿Por que no me dijiste que estabas saliendo con alguien?-le dije casi como si tuviera que hacerlo.
-Por que pensé que era obvio…-dijo confundido.
-¿Obvio?-bufé-No, ¿Como se llama? ¿Cuantos años tiene? ¿Cuanto calza?-le pregunté y él rió, pero se tardo en contestar.
-Lizzie. Diecisiete… no se cuanto calza-dijo enarcando las cejas.
-¿Lizzie?-dije su nombre casi como un escupitajo-¿Donde la conociste?
-Unos amigos me la presentaron… pero ¿Y por que tanto interés?-dijo con una sonrisa picara.
-¿interés? ¿Yo?-reí-Solo me preguntaba por que no me habías dicho.
-Bueno-sonrío y hubo silencio.
-Yo también estoy viendo a alguien. Ayer tuvimos nuestra primera cita-dije sin querer hablando sobre Joe-Me pido que le bese-sonreí a la espera de su expresión y caminamos por la acera de ida al orfanato.
-¿Y?-preguntó asustado-¿Le besaste?-ahora sonaba más enojado.
-No-le dije y entró en calma-Yo no hago eso, Nicholas-sonrió con alivio-Pero talvez si volvemos a salir, lo haga-sonreí.
-Tal vez yo también bese a Lizzie…-me dijo con su mirada muy bien plantada en mis ojos.
-Eso sería…-los celos en mí eran un sentimiento completamente nuevo-…Lindo-dije enojadísima.
-Me gustas-lo dijo sin miedo y yo le sonreí enrojecida-¿Te puedo presentar a mi familia?-me dijo, pero si lo hacía se formaría un enorme lío.
-eeeh-le dije sin poder resistirme a sus ojos-¿Sería eso bueno?-le pregunté-¿no?-pensé.
-Mira, pensalo, ¿ok?-me dijo ya estando ambos a una cuadra del orfanato, nuestro punto limite.
-ok.
-¿Nos vemos en la noche?
-¿Hoy?
-Sí, quiero que me expliques por que desapareciste-me sonrío y yo no estaría lista para contarle lo que realmente me pasaba.
-Esta bien, pero… no traigas comida.
-¿Agua?-preguntó.
-Agua-sonreí y me dejó ir.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

sábado, 19 de diciembre de 2009

#6: You're my sunshine.

De nuevo los días se iban haciendo más fríos y a noviembre le quedaban pocos días para ser terminado al igual que mi castigo, pero no había rastros de Nick, era como si nunca hubiera existido, pero yo no podía sacarme de la cabeza su sonrisa y en especial tener su rostro tan cerca de mí. Soñaba casi todas las noches con eso, y a lo que nos pudo haber llevado. Pero envés de eso, me encontraba mirando por mi ventana esperando verlo venir por la calle de nuevo ¿Se abría enojado?, me sentía demasiado mal y no lo comprendía. Era demasiado pensar una y otra vez que había hecho mal. Los días de mi castigo terminaron y finalmente me dejaron salir de nuevo. No sabía a dónde ir, era una soleada mañana de sábado en la cual el frío no se sentía tanto como en otros días así que vi perfecto para ir a un pequeño parque cerca del orfanato. Pensaba una y otra vez lo que había pasado aquella noche, sentada en un viejo columpio que había en medio del parque.

-Hey there-Susurró una voz detrás de mí-Anna, ¿no?-preguntó sentándose junto a mí el hermano de Nicholas.

-Annie, en realidad-le dije-Muchos se equivocan, pero está bien… ¿Joseph?

-Joe-sonrió columpiándose junto a mí-¿Qué haces aquí sola?-me preguntó.

-Paso el rato, ¿Qué haces vos aquí?

-Estaba volviendo a mi casa y te vi aquí sentada, ¿Todo bien?

-No… no mucho, ¿Cómo está Nick?-le pregunté.

-Bien… Está saliendo con una chica, pero no nos dice nada.

-¿Saliendo?-pregunté asustada.

-Sí, pero no sabemos quién es, la mantiene en secreto. Uuh-rió.

-Genial-dije con los sueños destruidos mirando a mis zapatos.

-¿Vos estás saliendo con alguien?-me preguntó y paré de columpiarme para verle.

-No-dije sabiendo lo de Nick-¿Vos sí?-negó con la cabeza y nos columpiamos al mismo tiempo.

-No, antes, pero ya no.

-¿Por qué?

-Hay algunas chicas, que no valen la pena, Annie. Y peor las que gritan y buscan peleas todo el tiempo-me dijo.

-Si…-le dije sin saber que decir.

-La otra noche te escuchamos cantar, muy lindo-me sonrió con ojos brillantes.

-Gracias, ustedes no tocan nada mal-reí con los cachetes colorados.

-¿En serio estas bien? Pareces triste…-me dijo mirándome con delicadeza.

-¡Agg, y que te importa a vos!-le grité de forma de que evitaba cualquier cosa que estuviese intentando, me paré y emprendí camino de vuelta al orfanato.

-¡UO!-exclamó y se paró-¿Por qué tanta agresividad?-me preguntó deteniéndome-No me digas si no queres, pero es tonto que estés mal porque algún tonto te dejo plantada.

-Nadie me dejo plantada-le dije con cara de pocos amigos-ahora dejame por favor.

-No, lo que vos necesitas es comer algo-me sonrió-¿queres?

-No.

-Oh… ¿no tenes un poquito de sed?-me sonrió y por alguna loca razón no me pude resistir.

-Un poquito-volqué los ojos.

-¡Vamos!-caminamos hasta ese pequeño restaurante al que habíamos ido con Nick un par de veces. Y nos sentamos en una mesa, no me dejo ordenar nada, haciéndolo él mismo. Pronto me veía atrapada para tomarme una copa entera de Milk shake de chocolate.

-Entonces… ¿Qué pasó?-me preguntó sabiendo que algo me pasaba.

-… ¿Por qué tanto interés?

-Porque tal vez te pueda ayudar-sonrío y me quedé en silencio hasta que su sonrisa me obligo a hablar.

-Es un chico, que pensé que tal vez teníamos algo, y justo cuando iba a averiguarlo, nos interrumpieron y después de eso no lo vi mas-le expliqué tratando de no dar detalles.

-Mmmh-pensó-entonces, cuando se iban a besar no lo hicieron y después de eso ¿no lo volviste a ver?-negué con la cabeza sorprendida de que me hubiera comprendido-Bueno, entonces el tipo este es un tonto por dejarte ir justo en lo mejor-me dijo sin saber que hablaba de su propio hermano-Pero, como yo soy Joe, tengo la solución-me sonrío.

-¿Puedo escucharla?-le pedí divertida.

-Así está mejor-comentó sobre mi humor-Que tal si te invito al cine, y tratas de sacarte a ese tonto de la cabeza.

-No-le dije riendo.

-¿no?-preguntó confundido.

-¿Qué acaso nunca te habían rechazado?-negó muy sorprendido.

-¿Pero por qué no? No soy tan molesto una vez que me llegas a conocer bien, de verdad-me prometió y me reí.

-Me prohíben verlos, a todos ustedes, en general… no es nada contra vos-le expliqué.

-Escápate-me dijo con ojos de suplica-Por favor, estoy desesperado-me pidió.

-¿Tanto como para salir con alguien como yo?-le dije riendo.

-En realidad sos vos la que se bajaría a mi nivel… sos muy linda-me dijo un significante pero tonto cumplido.

-Eso no me va a ganar.

-¿Qué tengo que hacer?-preguntó.

-En serio estas desesperado. Te debió ir muy mal con la otra chica ¿queres darle celos o algo así?-Él asintió con la cabeza avergonzado.

-Está mal, ya sé pero no la soporto.

-Bueno.

-¿Sí?

-Sip-acepté y terminamos de comer, bueno él término de comer y quedamos en vernos en la noche para ir al cine. Yo solo le estaba ayudando no tenía más intenciones que esa, porque después de vivir toda mi vida rodeada de monjas, no podía decirle no a alguien que me pidiera ayuda. Así que ahí estaba yo en la noche escapándome por mi ventana para encontrarme con el hermano de la persona que no podía sacar de la cabeza. Caminamos juntos en el frío hasta su auto y me abrió la puerta. Estaba petrificada en el frío con el terror de subir a un auto de nuevo.

-¿Y sí caminamos mejor?-le propuse, y me miró con cara de estar loca-¿por favor?-le pedí y solo accedió a mi petición porque yo ya le estaba haciendo un favor a él.

-Hace frío-se quejó-¿Por qué caminamos?

-Es bueno caminar, Joe.

-Bueno, pero me debes una.

-Estoy yendo al cine ¿o no?

-Sí, pero yo accedí a no ir en auto y a congelarme.

-…Mmmh-le dije temblando casi como él. Finalmente llegamos al cine, después de casi diez minutos de caminata en la nieve.

-Mis zapatos están mojados-decía entre cortado Joe pero al mismo tiempo riendo-Dejame agarrarte la mano y estamos a mano-me sonrió y se me acerco. Tomé mucho aire y le dejé hacerlo-¿Cómo podes estar tan caliente?-me preguntó y yo lo mal interprete.

-¿Eh?

-Tu mano…-me explicó.

-No sé-le dije con los cachetes enrojecidos.

-Ahí esta…-dijo Joe-Abrázame.

-¿Eh?

-Abrásame, dale está viniendo-me susurraba sin soltar mi mano.

-¿Quién es?-le pregunté buscando entre la gente.

-Ella, dale, abrázame-me pedía desesperado, y yo la vuelteaba.

-No la veo. ¿Cuál es?-Ni me molestaba en buscar entre la gente yo solo me quedaba parada junto a él con una sonrisa maligna en el rostro.

-Joseph-Una vos se dirigió a nosotros, dejando en descubierto a una morena que no podía dejar de mirar nuestros dedos entrelazados.

-Oh, Ashley-dijo Joseph tratando de parecer que no la había visto antes.

-¿Quién es tu amiga?-preguntó un poco encolerada la morena.

-Eeh, creo que somos un poquito mas que amigos-levanté nuestras manos entrelazadas-¿Quién sos vos?-le dije con cara de pocos amigos, y a Joe se le escapó una risita.

-Nadie-dijo enojada la morena-Adiós Joseph-se despidió y se marchó. Para cuando está ya estaba lejos caímos en una risotada imparable.

-¡¡Sos muy genia!!-me decía Joseph y yo había ignorado que nuestras manos seguían entrelazadas.

-Y…si ya sé-me hice a la modesta-Eso realmente hizo mi día-reímos.

-¿Queres ver una película o nos volvemos?-me preguntó.

-Una película no nos haría mal-sonreí ahora con más confianza y entramos a ver una tonta película que casi no le preste atención porque estaba muy ocupada pensando cual sería la forma correcta en que Joseph dejara ir mi mano. Se la había adueñado por completo, y en algunas partes de la película acariciaba mi mano con su dedo gordo con muchísima confianza, muchísima más confianza de la que esperaba. La película termino y tuvimos que caminar de vuelta al orfanato, pero ahora no había un silencio incomodo, hablábamos con fluidez y desenvolvimiento, y él seguía apoderado de mi mano la cual estaba bien abrigada dentro de un bolsillo de su abrigo, lo que me obligo a que camináramos muy apegados.

Ya habíamos llegado al orfanato, y solo nos habíamos quedado parados en la misma posición unos cuantos pasos atrás de la entrada (de mi ventana por donde tenía que entrar).

-Creo que…-le dije divagando-…Creo que ya podes soltar mi mano-le dije y se enrojeció por completo.

-Perdón-me dijo y la dejo ir.

-Bueno, gracias por el cine, la pasé bien, sin querer-reí y le miré con una pequeña sonrisa aún en el rostro.

-De nada-me sonrió y quedamos en silencio unos segundos más.

-Adiós-le dije dando unos pasos hacia delante.

-Annie-me detuvo y me di vuelta.

-¿Eh?

-Mmh-divagó unos segundos-¿Me besarías para sacarme de dudas?-preguntó y yo sonreí negando con la cabeza.

-Es mejor que lo penses antes y te quedes con la duda-reí-Además, no sé cómo hacerlo-me carcajeé y subí por la ventana y una vez arriba me despedí con mi mano para verle alejarse ahora en su auto.

viernes, 18 de diciembre de 2009

#5: Never mind

Tan pronto terminamos de almorzar me volví al orfanato y él me prometió visitarme en la noche, justo cuando todos durmiesen él vendría. Pasé todo el día pensando en ese momento y contando una vez mas los segundos ¿Por qué me gustaba tanto? Era tonto pensar lo rápido que todo se había empezado a formar, y lo mal que me estaba cayendo, porque mi hígado cada vez me abandonaba más y más. Casi, casi me dormía cuando un pequeño golpeteo me despertó. Abrí mi ventana y él ya estaba en medio camino para arriba, llevaba con él una mochilita que me pareció sospechosa.
-Espero que no hayas cenado-me dijo sonriente entrando a mi cuarto en completo silencio.
-No podemos hacer ruido Nick-le dije
-Ok-cerró sus labios imitando un cierre y besó mi mejilla dejándome perpleja.
Después se sentó en el piso abrió su mochilita y sacó un taper con algo que olía muy bien pero era difícil de ver por la poca luz que entraba por mi ventana. Sacó dos tenedores y uno me lo dio a mí. Respire hondo porque sabía que me iba a hacer mal más tarde, pero olía muy rico y si no había cenado. Nos pasamos toda la noche mirándonos, y comiendo, pero principalmente mirándonos, era increíble cómo podíamos pasarla en completo silencio y aún así divertirnos muchísimo. Cuando se dejaron de escuchar sonidos de movimiento en los cuartos de abajo, pudimos alcanzar a conversar en voz baja, nos encontrábamos lo suficientemente cerca, echados uno alado del otro sobre la alfombra.
-Háblame de tus hermanos-le pedí.
-Bueno, Joe es muy divertido y tonto, pero la mayoría de veces divertido, muy divertido-rió-Kevin es más serio, pero… igual de tonto y divertido-rió-y después está Frankie, que tiene doce años, y creo que disfruta más que nosotros todas las cosas que tenemos-rió-listo-hubo silencio.
-Nick…-dije su nombre sin querer y él me miró en espera de algo-…No crees que hay gente que se conoce para ser algo más que amigos, y otra gente que sin importar que, se conocieron para ser solo amigos… ¿Nunca lo pensaste?-le pregunté.
-Puede ser… ¿Por qué?
-Creo que mis padres biológicos, no se supusiesen que fueran de esas personas que se encontraron para enamorarse.
-Probablemente no, y simplemente sea que no te planificaron.
-Soy un error-dije entre risas-¿A eso te referís?
-No específicamente…-me puse a pensar que tal vez era verdad-Pero sos un error demasiado perfecto-me miró y me miró <3.
-¿Cómo es enamorarse, Nick?-le pregunté y desperté de nuevo interés en él. Se paró de modo que nos podíamos ver cara a cara.
-¿Por qué?-preguntó indignado.
-Porque no sé cómo es-le dije medio sonriendo.
-Es como tirarse de un lugar muy, muy alto sin paracaídas, pero sin nunca tocar fondo… aunque a veces llegas a tocar el piso, pero, es muy raro porque sin querer de nuevo te encontrás saltando.
-¿Alguna vez te enamoraste?-le pregunté esta vez prestando más atención a su profunda mirada sobre mí.
-Se podría decir que sí.
-¿Es así como se siente?-le pregunté.
-Tal vez, sí-me dijo muy serio y después quedamos en absoluto silencio, sin mover un átomo de nosotros. En ese momento me encontraba, como él había descrito, saltando del un lugar muy alto sin paracaídas. Compartíamos el mismo aire ya que él se encontraba considerablemente cerca. Tuve que interrumpir el momento para levantar una mano y tocarle el rostro, tenía que estar segura de que esto era real y que él era real. Tan pronto toqué por primera vez su suave mejilla, una sonrisa me ilumino haciendo que todo pareciera aún más irreal.
-¿Es así?-le dije y él puso su mano sobre la mía. Un suspiro basto para cerrar los ojos de golpe y dejar que todo siguiera su curso. Pero unos débiles pasos sobre la madera dirigidos a mi dormitorio bastaron para que todo esto terminara. Le empuje y él comprendió al instante.
-¿Mañana?-fue lo último que dijo antes de bajar por la ventana con su mochila y que yo asintiera.
Me metí en mi cama con esperanzas de que nadie se hubiera dado cuenta de lo que había ocurrido, la puerta se abrió de un golpe.
-¿Annie? ¿Todo bien?-preguntó mientras yo me hacía la dormida y esperaba que si no respondía se iría, por suerte lo hizo.
A falta de que esa noche no me dio el tiempo para pensar si quiera en devolver toda la comida que mi hígado sería incapaz de procesar, la mañana siguiente me puse fatal. No podía respirar el dolor en mi interior superaba por primera vez a la felicidad, y no podía ignorarlo. Me llevaron a la sala de emergencias, y todo esto sin que Nicholas se enterara de una palabra. Lo que en parte me hizo sentir bastante mal, porque me esperaría y yo nunca llegaría. El doctor me dijo que no podía salir en un tiempo más, Diciembre estaba por comenzar, y Noviembre le faltaban unas semanas para terminar. Y yo no podía salir de mí pequeña prisión para ver a lo que probablemente me mantenía aún en pie. Realmente no esperé que se enojara, tampoco esperé que comprendiera. Era de esperarse que al día siguiente, no volviera. ¿Era esto lo a lo que se refería con caer?

#4: Was it love?

Para reencontrarnos la mañana siguiente habíamos quedado en que yo iba a decir que iba a ir al asilo a ver a mis abuelos, para encontrarnos ahí, y pasar el rato. Pero como lo tenía ya previsto, tan pronto llegué y le vi partir, no fueron más de diez segundos antes de que devolviera toda la comida en el baño. Era demasiada para mi hígado, y lo estaba matando. Pero el dolor que esto me dejaba era bien compensado con la felicidad y todo lo que me había hecho pasar Nicholas esa noche. Así al día siguiente me levanté temprano, recuerdo lo hermosa que fue esa mañana, tan soleada y tan perfecta. Tal vez ni era tan soleada, ni tan perfecta, yo solo la veía así porque sabía lo que me esperaba mas tarde. Me miré al espejo y pude ver lo pálido de mi rostro, tanta palidez hacía que mi piel pareciera de porcelana o algún material parecido, trate pellizcarme un poco las mejillas así se coloraban, pero no funciono como lo esperaba. Mis labios estaban un poco morados y azulados, como si les faltara oxigeno. Trate mordiéndolos así se volvían de algún color normal, tampoco funcionó. Pero mis ojos se veían inusualmente verdes esa mañana, era lo único que no necesitaba algo para hacerlos mas normales, toda la ilusión de sentimientos que no había llegado a sentir antes, estaban en ellos. Justo arriba de unas oscuras ojeras que se marcaban levemente en un color medio morado oscuro, casi como un golpe pero menos oscuro. Amarré mi cabello con una vieja gomita que tenía, dejando caer dos mechones marrones detrás de mis orejas y todo lo demás amarrado, aunque lo había hecho con una cola alta, mi cabello rosaba mis hombros, desordenado y un poco enrulado. Terminé de vestirme y les dije a las madres que estaba de ida a ver a mis abuelos, ellas confiaban que yo no iba a ir a ninguna parte además de ahí, así que no se hacían mucho problema. Salí por la puerta y caminé sobre la nieve helada, pero no me importaba por que iba a ir a ver la sonrisa de Nick de nuevo, iba a ver sus ojos brillantes y sus perfectamente desordenados rulos. Caminé hacía el asilo, donde lo vi parado en la entrada mirando muy concentrado unos pajaritos que revoloteaban en la nieve, pero cuando me vio acercarme sonrió y no tardo en saludarme.
-¿Esperaste mucho?-Le pregunté.
-No mucho, estoy bien ahora-
me dijo sonriente-¿Entramos?-me abrió la puerta y me hizo pasar primero-¿Cuáles son?-preguntó viendo a muchos ansíanos.
-Mmmh-
busqué entre cada uno de ellos-Los de la esquina, ¿Los ves?-le pregunté y asentó con la cabeza-Bueno, pero antes de ir con ellos, tenes que saber que tienen Alzaimer-él me miraba concentrado-y no me recuerdan…-dije con una media sonrisa.
-Oh, bueno-dijo sin saber que decir y emprendimos nuestro camino hacía ellos.
-Extraña enfermedad Alzaimer-
comenté-Ellos pueden recordar cada paso de su vida con lujo de detalles y todo, desde el color de las agujetas que llevaban ese día, hasta si era soleado o no-reí
-Creo que todos podemos recordar eso-me dijo riendo.
-Lo siento, no podes contar conmigo en eso-
reí con él-tengo memoria de pato-reí-solo me acuerdo de los días con nieve-le sonreí.
-Eso es bueno, eso es muy bueno-
me sonrió de vuelta.
-Bueno, ellos pueden recordarlo todo con demasiada claridad, pero no recuerdan ni siquiera de que estaba hablando en la mitad de una historia. Lo que hace un poco graciosa la situación, por que repiten la misma historia una y otra vez, y te les podes adelantar ¡y los confundís!…-
reí-Pero eso está mal-me hice a la seria y llegamos donde mis abuelos.
-Hola-saludó Nick con una sonrisa.
-¡Oh! Hola-sonrío de vuelta mi abuela mirándonos confundida.
-¿Cómo están?-pregunté pero me dirigí a ella ya que mi abuelo yacía en un profundo sueño.
-Bien, bien-sonrió sin saber que decir.
-Annie les vino a cantar una canción-
dijo Nick de la nada y me miró-¿No Annie?
-¿Una canción?
-preguntó mi abuela sentada pero ya emocionada-Yo cantaba mucho cuando era joven, esas canciones que después ya no me las podía sacar de la cabeza, una y otra y otra y otra vez yo cantaba mucho cuando era joven… ¡Uuh! Todas esas canciones…-hablaba y hablaba mi abuela repitiendo lo mismo una y otra vez mientras Nick le miraba con asombro escuchando sus historias, y yo ya aburrida de haber escuchado la misma historia por ochentava vez me quede mirando la perfección que se llevaba Nick a lado mío con los cachetes enrojecidos por el frío.
-Disculpa, ¿Cómo te llamas?-preguntó dulce mi abuela a Nick.
-Nicholas-dijo sonriente.
-Lindo chico, Nicholas, ¿eh?-
me dijo mi abuela con una sonrisa desconcentrándome-Deberías prestar mas atención a lo que te rodea…-me dijo y con Nick nos miramos ambos colorados.
-Yo le haré recordar eso mas tarde-dijo sin quitarme la mirada haciendo que se me escapara una pequeña risita. Nos pasamos toda la mañana hablando con mi abuela, todo se hacía interesante cuando Nick preguntaba cosas que jamás se me ocurrirían a mí preguntar. Después de despedirnos, nos encontrábamos afuera del asilo en silencio, sin hacer nada más que mirarnos fijamente bajo la nieve que caía en plena lentitud.
-¿Te invito a almorzar?-me sonrió, pero yo ya no podía comer nada.
-Te acompaño, pero no…-
pensé en contarle, pero no lo vi necesario-…no tengo hambre-le dije esperando que me creyera.
-¿No?-
enarcó las cejas-¿Estás segura?
-Un poco de sed puedo tener-le dije animándolo.
-Mucho mejor-sonrió y caminamos codo a codo de nuevo hasta el pequeño restaurant de la noche anterior, nos sentamos en una mesa cerca a la que nos habíamos sentado la noche anterior, nos hubiéramos sentado ahí si no que había gente. De nuevo hubo silencio, pero sinceramente no era porque no había de que hablar, porque cualquier cosa se nos podía ocurrir, o por lo menos a mí que tenía muchísimas preguntas para hacerle, pero es que sus ojos eran tan himnotizantes que no podía dejar de mirarlo. Me trajeron un vaso gigante de agua mientras él comía una hamburguesa más grande que su plato lleno de papas fritas, las cuales me robe algunas.
-¿Segura que no queres comer?-
me preguntaba cada que sacaba una papa frita de su plato y yo solo sonreía negando con la cabeza, mientras en el fondo recordaba lo mal que me haría comer eso-Tu abuela es muy genial-rió moviendo su bandeja a un lado cuando había ya terminado su hamburguesa.
-Es divertida, pero creo que en mucho tiempo no me divertía tanto con ella.
-Lo decís por mí, ¿no?-dijo ingenuo.
-No…-dije mintiendo.
-Oh-se decepcionó ingenuamente y yo reí.
-La verdad-
recupere su mirada-si fue por vos-su sonrisa podía iluminar toda la cuadra si se lo proponía-Pero no por las intenciones que vos pensas-le recordé-porque yo soy psicóloga/monja, ¿te acordas?-reímos.
-¿Por qué no quieren que nos veamos?-preguntó sobre las monjas del orfanato.
-Porque es lo que debería ser, es lo lógico.
-¿Qué?-preguntó confundido.
-Vos y yo, no son lo que debería ser ¡¿Digo realmente saldrías con alguien como yo?!-le pregunté ignorando por completo el hecho obvio.
-¿no estamos haciendo eso?-preguntó y negué con la cabeza.
-No te conozco-
le dije-No puedo ser con quien sales-sonreí adolorida-porque no somos compatibles.
-¿En que sentido?
-¿Socialmente?
-Si eso es importante para vos, creo que me equivoque de chica-se sentó en el respaldar de su silla con decepción tomando un poco de coca-cola dietética.
-No es importante para mí-
le expliqué-No estuviera aquí si fuera así-suspiré-son ellas... Pero, Nick ¿Te gustaría ser mi secreto?-su sonrisa me derritió una vez mas en mi asiento.
-Solo si vos, NO sos el mío-me propuso y reí.
-Eso es lo más raro que nunca nadie me pido ser.
-Por eso te gusto tanto…-me sonrió muy seguro de sus palabras.
-¿Así tanto?-
le dije haciéndome a la sorprendida y asqueada.
-Debe serlo… Para que te deje sin palabras, debe ser mucho más de lo que me imagino…-Me reí porque sabía que era cierto.
-repito, ¡soy solo tu psicóloga/monja!-
le dije y nos carcajeamos.

#3: Winter cold

Y como predije, pase todo el día imaginando su sonrisa y la forma en la que decía mi nombre. Era bastante extraño sentir tan tibio sentimiento con tanto frío alrededor. Al día siguiente, me senté todo el día en la ventana de mi cuarto, mirando el Central Park con deseos de estar ahí como todas las personas normales hacían. Me pasé toda la tarde esperando a que algo interesante pasara, pero mi vida nunca había sido interesante así que nada pasó. El momento justo antes de que el sol se entrara y cuando yo ya me encontraba con la ventana cerrada, escuche un pequeño chasquido en esta, me acerque a ver que era y como en un perfecto sueño lo encontré a Nicholas en medio de la nieve con una sonrisa. Mi expresión fue más de enojo por que estaba segura de que si lo encontraban aquí de nuevo, la que estaría en más grandes problemas sería yo. Pero él parecía no saber, o no importarle. Subió por un lado de la pared hasta mi ventana.
-¿Qué haces aquí?-le dije con tono enojado mientras la nieve caía sobre nuestros rostros.
-Quería pedirte perdón por haberte metido en problemas-se disculpó.
-Que bien, pero ahora me vas a cagar más-le reclamé.
-¿Cómo es posible que una chica que vivió toda su vida rodeada de Monjas tenga tal vocabulario?-me dijo en tono de broma.
-¿Y vos que sabes de mi vida?-le repuse con el mismo tono-Si fueras tan experto como dices, no estuvieras aquí, y no hubieras siquiera intentado buscarme.
-Se cosas y creo que sé lo suficiente-dijo seguro.
-No lo creo-le dije con una media sonrisa a punto de cerrar la ventana.
-No, esperá, no…-me detuvo con una mano haciendo equilibrio para no caerse-Prometeme que si cierras esta ventana, voy a poder verte otra vez… Y así me cuentas lo que no sé-me propuso y yo negué con la cabeza aunque si quería verlo otro día y todos los días.
-Yo no hago eso, Nicholas-le dije con la mirada fija en sus ojos-no salgo a escondidas con chicos que apenas conozco…-le dije sonrojada.
-¿De que otra forma nos podemos conocer si no es esa?-preguntó y pensé.
-Tiene que ser en la noche, y no podemos hacer mucho ruido al salir.
-¿Cuándo?-preguntó con una enorme sonrisa en su rostro.
-Cualquier día está bien.
-Mañana entonces-sonrió bajando sin esperar mi respuesta, yo solo le sonreí y le vi irse entre la nieve. ¿Estaba esto realmente pasando? Nada me pudo borrar la sonrisa después de eso. Ahora además de su sonrisa, de su cabello, de su media sonrisa y su aterciopelada voz, tenía su aroma gravado en mi cabeza.
Cada segundo que pasaba me parecía largo antes del anochecer, temía a que no se apareciera y que me decepcionara, pero el tiempo corrió y con este el momento en el que le vi parado justo debajo de mi ventana. Bajé por donde él había subido la anterior noche y corrimos unas cuantas calles hasta estar lo suficientemente lejos.

-¿Tenes hambre?-me preguntó.
-Un poquito-le mentí porque en mi estado nunca tenía hambre.
-¿Queres comer algo?-Me sonrío y yo asentí pesada mente con la cabeza.
-Entonces, vamos-Caminamos unas cuadras en silencio sin nada más que unas pequeñas y dulces miradas.
-Entonces, dijiste que sabías de mí… ¿Cómo es que eso pasó?-le pregunté de modo de romper el hielo.
-Te escuchamos tocando y antes de subir una de las monjitas nos hablo de vos.
-¿Qué les dijo?-pregunté con temor.
-Nos conto que tus abuelos viven a unas cuadras de aquí y que perdiste a tus padres hace unos años-No quería contradecirle-Lo siento por eso-me dijo.
-Está bien-me encogí de hombros-Creo que estoy condenada a ser monja-me reí.
-Pero ser monja no es tan malo…-me animó en lo que caminábamos-además siempre puede pasar algo, y todo puede cambiar-Algo iba a pasar, pero no pensábamos en lo mismo.
-Puede que sí, ¿No?-me reí-…Vos y tus hermanos cantan muy bien ¿tocas…?-no me dejo terminar.
-¿La guitarra? Sip, al principio era solo el piano y solo el piano… tenía una pequeña obsesión con eso pero después descubrí la guitarra y wow, es lo máximo-se rió sin quitar la mirada de mí-pero, ¿cómo aprendiste vos a tocar? No escuche esa parte de la historia…
-Una de las monjas me enseño cuando volví.
-¿volviste? ¿A dónde?-yo solo le sonreí sin la confianza para contarle-Me podes contar, no hay problema.
-¡Pero vos ya sabes mucho de mí y yo nada de vos! Ni siquiera se tu apellido… ¿Se puede saber?
-¿No?...-pensó que eso era imposible, pero la verdad yo me estaba haciendo a la tonta-¿Jonas?-dijo temeroso.
-Ah, bueno, vamos uno a tres.
-¿Tres?-rió-¿Por qué tres?-No le respondí y deje que pensara. Llegamos a un pequeño restaurant unas cuadras de nieve más allá, llegamos y nos sentamos a un rinconcito del pequeño y vacio lugar.
-Entonces, Nicholas Jonas, ¿Qué mas puedo saber de vos? Además de que tocas piano Y guitarra, que tenes una muy linda novia y que tenes una sonrisa más allá de lo adorable-le dije seria tratando de sonar divertida.
-¿Viste que sabes toda mi vida? No tengo nada más que decir-Cruzó los brazos y pegó sus labios uno con el otro al tiempo que se apoyaba en el respaldar de aquella silla de restaurant.
-¡Ah!-me quejé con una risita entre medio-¿Vamos a estar así? Bueno, yo tampoco voy a hablar nada más-pegué mis labios como él y hubo silencio. Nuestras miradas eran suficientes para hablar sin palabras, mientras comíamos. Después de cenar, seguíamos en silencio mientras nos hacíamos cosas para hacer reír uno al otro, era muy tonto y divertido porque ninguno se resignaba a hablar. Una muy curiosa canción empezó y el rostro de Nicholas se sorprendía de gusto, supongo que por la canción, y empezó a hacer una imitación barata de Elvis Costello con la mostaza, era inevitable no reírse de eso. (La cancion es: Alison-Elvis Costello)
-‘cause I don’t know if you were Loving somebody, I only now it isn’t mine…-se le escapó junto con lo que seguía de la letra, su voz era mas allá de lo adorable y melódica. Me derretí en mi asiento y él no se había dado ni cuenta-Oh AaaaalisOoOoooOnn…-cantaba la primera vez y para la segunda vez del coro se le escapó (Se le escapó digo yo)-Oh Annieeee….son-era inevitable no reírse de las bobadas que se mandaba.
-Sos muy payaso, ahí va otra más-dije después de un buen rato de risas.
-Me gusta tu risa-sonrió y yo pensé en cambiar de tema.
-Joyceline, ¿Eh? Como la conociste, digo, porque alguien como ella no puede conocer fácilmente a… ‘Mr. Costello’-me burlé entre risas.
-La historia es bastante tonta, pero estamos a punto de dejarla atrás.
-Oh-dije como si me entristeciera-¿Por qué? Se ven muy bien juntos-le dije con ironía.
-Por eso exactamente, no quiero más un ‘Se ven bien juntos…’
-dije ‘Muy bien’-le corregí.
-Como sea-rió-no es lo que importa, porque al final, nunca tuvimos algo demasiado serio.
-Eso esta… bien, creo, ¿pero que pasó?
-Estaba viendo a alguien más-me dijo triste-eso me destruyo muchísimo, pero me pidió perdón, y no sé…-se encogió de hombros.
-Ouch-dije y puse una mano sobre la mesa arriba de la suya y la recibió cuidadosamente-Es una tonta si no sabe apreciar lo que tiene a lado-miraba mis delgados dedos con cuidado.
-supongo, que lo es-suspiró-ahora vos, algo tuyo-me dijo con una media sonrisa y un poco de dolor en la mirada-¿Por qué es esta cicatriz?-preguntó por una cicatriz en la palma de mi mano.
-Es del accidente en auto…-se me hizo un nudo en el estomago-…nunca hablo de esto-le confesé
-Oh perdón, no hables si no queres.
-No, si quiero, es diferente con vos-le dije con la misma intención de sonrisa que él llevaba hace unos segundos-Estábamos yendo de viaje y nuestro auto se volcó. Solo yo quedé viva-pero esto no me iba a durar mucho tiempo, y no quería que se enterase de ello.
-Eso es triste.
-No, lo triste es que nunca más pude subirme a un auto-reí mordiendo mi labio y con sus manos aun jugando con las mías-Pero, realmente agradezco todo lo que los Greenrose me dieron.
-Espera-me detuvo-¿No eran tus padres de verdad?
-Eran mis padres adoptivos, pero ese no es el punto…-le dije pero él seguía sorprendido.
-¿Y tus padres biológicos?
-No sé-guardé mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.
-Perdón no me tenes que seguir contando-se disculpó-soy un poco acelerado a veces-me dijo y puso sus manos para que yo le devolviera las mías.
-A veces, ¿Cuándo?-le dije con una sonrisa de vuelta en mi rostro y subiendo mis manos para tener las suyas de nuevo.
-A veces cuando me gusta una chica-dijo sonriendo mucho y yo enrojecí por completo.
-No-le contra dije-No puede ser.
-¿No?
-No-era inevitable no poder esconder mi sonrisita.
-¿Por qué no?
-Por que no te puede gustar alguien de un día para otro-le dije cruzando mis brazos sobre mi pecho.
-¿No te pasó nunca?-me dijo-Nunca antes me había pasado a mí-me dijo en secreto-¿Pero no crees en amor a primera vista, y esas cosas?
-Estoy bastante segura de que pasa todo el tiempo, pero esa probablemente no es nuestra situación.
-¿No?-me preguntó confundido.
-Nope, vos solo me trajiste aquí y todo, porque estas lastimado, y tratas de arreglarlo conmigo, no te gusto de verdad-le dije psicoanalizándole-¿Entendes?
-Mmmh, pero yo que sepa, no te obligué a que vinieses conmigo… ¿En que te convierte a vos?-me dijo jugando con mis palabras.
-En alguien que… ¿Vio problemas en un alguien muy lindo?-dije con las cejas enarcadas-¿no?
-¿Entonces tengo problemas?-rió-Bueno, si yo los tengo, quedemos en la conclusión de que vos también los tienes.
-Nope. Yo soy psicóloga/monja-reí-No puedo tener problemas-se carcajeó.
-¿Es la hora la que nos hace hablar tantas estupideces?-preguntó entre risas
-Probablemente-Nos habíamos pasado casi toda la noche hablando.
-¿Queres volver?-me preguntó.
-No-le dije-Pero tengo que-me lamenté.
-Vamos-me sonrió y caminamos fuera del restaurant, codo a codo. Bastante cerca, aún riendo de algunas cosas que uno se acuerda sobre cosas que pasaron y son increiblemente estupidas.

jueves, 17 de diciembre de 2009

#2: First snow

Cada año para la primera nevada, tenía la costumbre de echarme sobre el pasto y ver caer los primeros copos, como probablemente este sería mi último invierno, no había nada que me detuviera. Me eche en el pasto, un poco antes de lo normal y sin querer me quedé dormida hasta que un par de copos acariciaron la punta de mi nariz y me desperté rodeada de nieve. Segundos después algo redondo me pasó por encima de la cabeza despeinando mi cabello, seguido por alguien que se disculpaba de lejos. Esa voz. Yo sabía que la conocía pero no fue hasta que estuvo lo suficientemente cerca que descubrí a Nicholas, el mismo Nicholas que me había robado el sueño y muchas horas pensando en exclusivamente él.
-¡Perdón!-seguía disculpándose y yo me paré el segundo que lo tuve lo suficientemente cerca.
-No me pegó-le dije con los ojos abiertos y sonrió.
-¿Annie? ¿No?-dijo con una sonrisa y la pelota no importaba más.
-¿Nicholas?-me hice a la que no me acordaba-¿Qué haces aquí?-le pregunté en susurros.
-Vivo a unas calles, me mude a hace unos días y estaba pasando con mis hermanos…-me susurro de vuelta-Están allá, ¿los ves?-Estiré mi cuello para verlos y asentí con la cabeza-… Annie…-le miré por la forma en la que dijo mi nombre-¿Por qué susurramos?-me preguntó y yo reí bajando la mirada.
-Es solo que, no pueden entrar chicos-le dije con las mejillas enrojecidas y el sonrió-Las monjas son un poco estrictas con eso.
-¿Podes salir vos entonces?-me pidió con una sonrisa.
-No, creo que no-le dije y el se decepcionó-Pero si me voy no creo que nadie se dé cuenta-le dije y sonrío de nuevo. Sostuvo mi mano y me llevo donde sus hermanos. Agarraba mi mano, en ese momento se sentía lo mejor de universo, el corría y yo volaba con mi gran sonrisa y su mano agarrando delicadamente la mía.
-Annie, ellos son mis hermanos, Joseph…-sonreí extendiendo mi mano libre.
-Decime solo Joe-dijo sonriendo adorable.
-Él es Kevin-También me extendió su mano.
-¿Annie? Vos sos la chica…-dijo Joe con una sonrisa estudiándome.
-¿Perdón?-le dije confundida.
-Joyceline nos hablo de vos, pero no sos como ella te describió-me afirmó Kevin.
-¿Joyceline?-pensé y recordé que era la novia de Nicholas y deje ir su mano-Es tu novia, ¿no?
-Es una muy buena amiga, pero no es mi novia-me explicó y sonreí con alivio, pero hubiera querido alcanzar a hacer algo más si no era que la voz antigua de la Madre Superiora me alcanzó.
-¡Annie!-me volví hacía ella mordiéndome el labio.
-¿Si?
-¿Iba a algún lado?-miró a los hermanitos detrás de mí.
-No-negué con la cabeza y vi acercarse a un par de chicas del orfanato.
-¿Qué hacían entonces?-No sabía que decirle-No se te es permitido, ver a nadie y menos molestar a este tipo de personas-era tonto llamarlos así por lo que eran. Unas súper estrellas, está bien, pero yo no entendía en que estaba mal estar con ellos o no.
-Yo…-intenté hablar.
-Annie, ¿No te vas a disculpar?-me sugirió, pero no había nada por que disculparse.
-Perdón por molestarlos-me disculpé obediente cruzando mis brazos sobre mi pecho mirando al piso.
-No, no hizo nada-dijo Joseph tratando de calmar la situación.
-Por ahora, pero y ¿que pasará después?-preguntó la Madre Superiora como si fuera algún tipo de peligro para ellos-Es tonto que personas como ustedes vean a personas como ella, así que por favor, ¿nos harían el favor?-les pidió que se fueran y Nick me dio una última sonrisa pero no entendía igual que yo, cuál era el problema.
-Apuesto que Annie pensó que uno de ellos la iba a invitar a salir-susurraban entre risas burlonas dos niñas del orfanato.
-¿Salir?-preguntó la MS(Madre Superiora)-sabes que eso es imposible. Alguien como tú, Annie, no puede salir con gente como ellos, lo siento, pero eso no es bueno. Ni para vos, ni para nadie-No tenía nada que decir, porque no podía contra decir sus palabras, aunque para mí, cada una de estas estén equivocadas. Además me habían agarrado unas ganas de golpear a esas dos tontas que seguían susurrando al otro lado de la MS. Caminaba mirando el piso y ojeando lo que habíamos dejado atrás. Después de este pequeño encuentro iba a ser aún más difícil olvidarlo, porque ahora su voz la tenía grabada en mi cabeza y no podía borrarla, era como un a dulce melodía que repetía mi nombre con delicadeza, una y otra vez.
-Y por si no lo adivinaste, estás castigada, Annie-me informó la MS y me agarraron ganas de gritar de enojo por tal injusticia.
Ahora pasaría mis últimos días sentada en la ventana de mi habitación.

#1: A christmas tale:

Después de nuestra fantástica cena de día de acción de gracias, nos sentábamos con los niños a contarles antiguas historias navideñas, pero este año, las monjas vieron conveniente pasar esa noche escuchando a un grupo de chicos que venían a hacer su obra de caridad navideña en nuestro hogar, realmente necesitábamos la plata, por que vivíamos en un lugar muy caro en Nueva York, y siempre teníamos que decir sí a todo lo que nos ofrecían. Odiaba a esas personas que se creían mejores que nosotras viniendo y haciendo cosas por nosotros, aun que las necesitábamos, yo los detestaba. Así que esa noche, no me quedé a escuchar cantar las mismas canciones que yo canto todos los años. Subí a mi cuarto agarré mi guitarra y junto con las voces de abajo, toqué y canté cada nota. Claro que yo sola me reía cada que le fallaba y cosas así. No había notado que estaba todo tan lleno hasta que terminaron la primera canción y todos aplaudieron, haciendo vibrar todo el piso de mi habitación.
De todos modos todo terminó rápido y no me dio la gana de bajar en ningún momento, estaba muy concentrada tocando una de las canciones, mientras cantaba que no se me siquiera ocurrió bajar.
-Que lindo-me sacó de mis pensamientos unas palabras dulces y aterciopelada, me di vuelta dejando mi guitarra en un lado.
-No, pero gracias-le dije moviéndome hacía un estante cerca de mi cama.
-En serio, tocas bien-me di vuelta para encontrarme con lo mas lindo que mis ojos tal vez jamás habían visto, una pequeña sonrisa a la que no le hacían falta mostrar dientes para ser perfecta, junto con un par de ojos marrones y brillantes. Suspiré y ambos reaccionamos del mismo modo, apartando la mirada y escondiendo una pequeña sonrisa. No sabía que era exactamente lo que había pasado, pero le encontré la necesidad de sonreír involuntariamente.
-¡Nicky!-una voz chillona perteneciente a una rubia desabrida, entró al cuarto-¡Te estaba buscando!-rió agudamente y él se levantó de mi cama dejando la guitarra sobre ella-Oh, ¿pero quién es tu amiga, Nick?-Él me volvió a mirar pero se quedo callado pensando.
-No… no lo sé, lo siento…-esperó que dijera mi nombre.
-Annie…-lo hice y la rubia sonrió en espera de que Nick nos presentara.
-Annie, soy Nicholas y ella es… Joyceline-se calló y la rubia le miró con su para de ojos marrones a la espera de algo.
-Soy la novia de Nicky-sonrió complacida de lo que decía.
-Genial-dije tratando de no mostrar interés, y de evitar la mirada que se había quedado en mí de parte de Nicholas. Nicholas, era necesario repetirlo para que así dejara de sonar tan perfecto, pero cada vez se hacía más y más melódico su nombre, y su mirada también
-Annie, ¿Cómo haces para estar tan increíblemente delgada?-preguntó Joyceline sorprendida-Moriría por ser como vos-No iba a decirle la verdad, no iba a decirle que estaba enferma.
-No sé, solo… soy así-sonreí.
-Bueno, Nicky, creo que nos vamos… Adiós, Annie-sonrío hipócrita y me dio la espalda.
-Nos vemos-fue lo último que alcanzó a decir Nicholas siendo arrastrado por ella y yo sonreía sin poderlo evitar.
Los días empezaron a pasar, cada vez mas lentos y yo no podía dejar de pensar en sus ojos, fantásticos, brillantes, marrones ojos suyos, o en sus perfectos rulitos que adornaban perfectamente desordenados en su cabeza, ó esa pequeña sonrisa a la que sin mostrar los dientes hacía que mi mundo hubiese temblado por unos minutos. Pero los días pasaban, y pronto sus ojos, eran solo ojos, su cabello era solo cabello, y pronto había olvidado lo hermosa que era su sonrisa. No me importó, no había porque ya para ese entonces, era solo un chico.

“-¿Y que es lo más importante sobre todas las cosas? El amor y siempre, el amor ¿estamos todos de acuerdo con eso?” –El hombre cable.

>>Para muchas personas, el nacer y morir, son cosas que pasan una sola vez en la vida. No para mí. Annie Greenrose fue el nombre que me dieron mis padres biológicos, cuando nací-por primera vez. Pero por diferentes razones de la vida llegué a parar en un pequeño orfanato en los rincones de Nueva York, hermoso debo decir, y durante tres años viví entre las personas más adorables de todas, mi mejor amiga, y el montón de monjitas que vivían ahí. Pero entonces, vino una adorable joven pareja a quienes enternecí por completo y no dudaron ni un segundo en llevarme a su casa. Era perfecto. Éramos una familia, nada es mejor que sentirse querido por dos personas tan increíbles, y fue así durante los siguientes seis años de mi vida, los mejores que una persona jamás hubiera podido vivir, siendo amada. Pero como nada es para siempre, vi como se desvaneció nuestra pequeña familia en ocho mil piezas después de un terrible accidente automovilístico en nuestras primeras vacaciones fuera de Nueva Jersey. Ya sé, triste, pero lo mejor de todo fue que fui a parar nuevamente al orfanato donde todo comenzó, pero ahora con algo diferente, nadie sabía, ni siquiera yo lo sabía, pero estaba enferma, y no me quedaban muchos días. Tenía Cirrosis, una tonta enfermedad que prácticamente se adueñó de todo mi hígado ¿Quién quisiera adoptar a una niña así? Nadie. Por eso, después de diez años, sigo aquí, en esta pequeña residencia. Pero mi vida, no era tan trágica como parecía, tenía aun a mis abuelos adoptivos, que ya estaban muy viejos y ambos con alzaimer, pero tan pronto murieran todo lo que tenían-muchísimo dinero-vendría para mí. Pero de seguro yo moriría primero que cualquier viejito en aquel asilo con olor a avena, además de eso, yo iba al colegio como cualquier otro adolecente de mi edad, y tenía muchos buenos amigos, pero nadie afuera del orfanato sabía lo que tenía. Aun que parezca tonto, había dejado de creer en el verdadero significado de la navidad, y que traía. Tal vez hasta este sería mi último invierno y venía con una sorpresa.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Una historia situada en el corazon de New York.